viernes, 19 de febrero de 2010

Mejores y peores presidentes

No sé si alguna persona lejana a Illes Balears puede estar interesada en reflexiones localistas referidas a este lugar tan concreto y pequeño. Illes Balears es una Autonomía uniprovincial e insular mediterránea, actualmente, formando parte del Estado de España. Desde la democracia hemos tenido los siguientes presidentes:

Gabriel Cañellas (PP), Cristòfol Soler (PP), Jaume Matas (PP) en dos legislaturas y Francesc Antich (PSOE) también en dos legislaturas, una de ellas la actual, total cuatro presidentes, tres del PP y uno del PSOE. Actualmente gobierna el presidente socialista en una muy precaria minoría formada por el PSOE y un bloque de izquierda verde y roja y nacionalistas de izquierda después de que, recientemente, haya roto el pacto con los nacionalistas de derechas “para procurar evitar que algún caso de presunta corrupción pudiera salpicar a su gobierno” y una vez que el anterior presidente Jaume Matas hubiese perdido las elecciones y, por tal motivo, hubiese salido “cagando leches” hacia EEUU, sin poder disfrutar de su patrimonio inmobiliario (un palacete en la Palma Antigua) y mobiliario atesorado en su último mandato. Actualmente la fiscalía y varios juzgados de Mallorca estudian varios casos de presunta corrupción que afectan al mencionado Jaume Matas y a otros muchos miembros del PP y de UM (Unió Mallorquina). Coincido con el segundo presidente, también del PP, Cristòfol Soler, quien, en unas declaraciones hechas ayer, decía que el peor presidente de nuestra autonomía había sido Jaume Matas y, desde mi manera de ver las cosas, “con mucha diferencia”. Por el contrario, el mejor, para mi, también ha sido otro también del PP, el mismo Cristòfol Soler, el más breve de los cuatro (lo bueno si breve, dos veces bueno) quien sólo pudo ser presidente un año: Siendo presidente del PP balear y del Govern Gabriel Cañellas y siendo presidente del PP estatal el que me causa vergüenza ajena, José Mª Aznar. Éste vino a Illes Balears, como caballero justiciero apocalíptico a exigir la dimisión de Cañellas por haberse visto sorprendido en un caso de corrupción consistente en haber cobrado una comisión de 50 millones de pesetas de quien había concedido la construcción de un túnel que permitiría unir Palma con Soller sin tener que subir y bajar la montaña que les separa (posteriormente, Aznar, a nivel estatal, y muchos de sus presidentes autonómicos, entre ellos Jaume Matas, dejaron a Gabriel Cañellas como pecador venial, ante su ingente corrupción mortal). Gabriel Cañellas llevaba dos de los cuatro años de aquella legislatura y, una vez dimitido, fue substituido por Cristòfol Soler. Cristòfol Soler, mediante una política justa, austera, regionalista y respetuosa con el medio natural y cultural de Illes Balears, se fue ganando el respeto de la ciudadanía, incluso de aquellos que, habitualmente, no votan PP; pero, al mismo tiempo, la desconfianza de su propio partido. Cuando hacía un año que era presidente, confiado en su respaldo popular (del pueblo, no del partido) preparaba tres decretos o leyes que debían aprobarse en breve: uno en defensa de la honestidad política (los políticos debían hacer declaración de bienes antes y después de ejercer sus cargos y, en caso de enriquecimiento, poder demostrar la justicia del incremento patrimonial), uno en defensa de la lengua catalana propia de Illes Balears y uno en defensa del territorio, los tres en las antípodas de lo que predica en teoría y en la práctica la inmensa mayoría de miembros de su partido. En la víspera de la promulgación de las tres normas se reunió la cúpula del partido popular de Illes Balears y obligó a Cristofol Soler a dimitir, nombrando en su substitución, a Jaime Matas, que fue presidente el año que quedaba, perdió las próximas elecciones, pero fue nombrado, por Aznar, Ministro de Medio Ambiente (el del Prestige. Matas se fue a cazar con otros miembros del PP cuando ocurría el desastre y que tan mal gestionó el desatre y el Ministerio. Hizo publicidad partidista desde el Ministerio), luego ganó las próximas autonómicas, siendo Presidente durante cuatro años en los que hizo una política Matista (la balearización –destrucción del paisaje y medio ambiente- elevada a la enésima potencia, la burbuja inmobiliaria elevada a la enésima potencia –pan para hoy, hambre para mañana-, el gobierno autocrático, amiguismo y enriquecimiento personal elevados a la enésima potencia) y, una vez que perdió las siguientes elecciones salió pitando hacia los lares del amigo de Ansar, sin plantearse, siquiera, disfrutar de su nuevo patrimonio balear. El enriquecimiento irregular y exagerado, así como las irregularidades administrativas en firmas de actas y concesiones de contratas son evidentes, con lo que su, por él, abogados, beneficiados y amigos, tan demandada “presunción de inocencia” es sólo jurídica, pero no política ni personal, ni social, cuya “culpabilidad grave” es evidente y probada.

¿Y en España? Los presidentes que hemos conocido en la democracia son: Adolfo Suarez (UCD), Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), Felipe González (PSOE), José Mª Aznar (PP) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE). Por sus realizaciones y circunstancias es difícil decir cuál ha sido el mejor. Seguramente los tres primeros tienen muchos números para esta designación: Adolfo Suarez, provinente del régimen anterior y, concretamente del ministerio más ideologizado del mismo supo hacer, con la ayuda de mucha gente de derecha franquista y de izquierda antifranquista, “encaje de bolillos” para poder conseguir una transición pacífica y modernización de la vida política, económica y social de España. Leopoldo Calvo Sotelo fue sólo un Presidente de transición, pero mostró unas muy buenas formas que hacían presagiar un buen presidente caso de que hubiese continuado. Felipe González lideró la modernización del cuerpo legal y económico de la democracia y sólo los casos de corrupción económica de Luis Roldán y otros, y policial de los GAL le restaron mucho de su activo para poder ser el mejor sin discusión.

Lo que queda claro, es que el peor de todos, también con mucha diferencia, ha sido José Mª Aznar: La aparente bonanza económica no era sino una huida hacia delante económica que no podía llevar, tal como le decían los analista económicas, más que a la crisis galopante posterior (la actual), la política de amiguismo (entre muchos otros, 3.500 millones de pesetas en stockoptions para su amigo de Telefónica), una política de desmantelación de las leyes sociales (educativa: LOGSE), junto con la proclamación de leyes elitistas segregacionistas (educativa: LOCE), de interior, que acabó con los graves atentados del 11 M, con más de 100 fallecidos, y una política exterior que nos proporcionó perder la tradicional amistad del mundo árabe, así como apoyar la intervención ilegal e injusta en Irak que supuso la muerte de miles de inocentes, de los cuales también miles de mujeres y niños. En el tiempo de su mandato yo estaba muy avergonzado de ser español ante mis amigos de otros países. Así como Jaume Matas ha sido capaz de hacerme sentir avergonzado de ser balear.

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